sábado, 10 de octubre de 2009


"No me hagas esto" es una gran frase contra la que es inútil luchar.

En un examen, cuando tu amigo te pide que le pases el examen y el profe los pilla y le dices al profe con cara de cordero degollado: por favor, No me hagas esto.
Con ese amigo que creíamos amigo pero en el fondo sólo se escudaba en eso porque era lo único a lo que podía aspirar porque tu desafortunadamente no puedes corresponderle, siempre se rompe la amistad tras el: No me hagas esto.
Cuando un amigo te deja plantado en el último minuto tras semanas de haber programado ese encuentro le dices un: No me hagas esto.
Cuando vas al médico con un dolor y terminas teniendote que operar de nuevo, lo primero que piensas es: Dios, No me hagas esto.
Cuando se va de nuestro lado alguien repentinamente solemos gritar: No me hagas esto.
Con tu pareja, con la que presuntamente estás estupenda, de repente un dia te das cuenta que se te acabó el amor y tienes que escuchar su grito de socorro de: No me hagas esto.

Pues bien, hoy soy yo la que me digo a mí misma que: No me hagas esto, pero parezco sorda, porque no me he hecho ni caso.
No existe grito de socorro capaz ayudarme. Me he intoxicado con mi propio veneno y he sido tan ingenua de caer en mi propia trampa. Tejí una entramada red de protección en la que me he enganchado yo solita y no sé cómo salir. Puse mil ojos mientras la tejía, pero llegó un día en que me confié y bajé la guardia tan sólo un nanosegundo y fue entonces cuando me enredé, por más que juré y perjuré que no caería, esto funciona así.
Era lo único que debía hacer: evitar que pasara y va y no lo conseguí.
He roto la tregua y ha empezado la tortura, porque mi alma ya no es capaz de digerir más.
No me quedan lágrimas que discurrir por mis ojos. Hace cuatro años que las perdí y, ahora que las necesito, no consigo que vuelvan a mi.
El aire se me hace irrespirable. Mi entorno es cada vez más denso y nadie se da cuenta.
El espacio se convierte en minúsculo y opaco y ya no sé dónde refugiarme.
Noto que se me acaban las fuerzas con las que fingir que no pasa nada, pero nadie puede hacer nada.
He convertido el sentimiento en algo tan profundo, que me impide sentir nada.
Trampeo y trampeo... para intentar no caer en el pozo, pero cuando me reencuentro con la enemiga soledad de mi ser, resucitan los fantasmas y me da miedo.
Me repito lo mismo desde hace un par de semanas: “No me hagas esto”, pero creo que empieza a ser tarde, porque ya me lo estoy haciendo.

La finalidad de este blog fue escribir muchas de las cosas que de palabra no puedo decir a nadie. Era un blog oculto que casi nadie conocía y de ahí lo íntimo algunas veces de los post.
La vida da muchas vueltas y parece que a veces me gusta repetir alguna de ellas.
Algún día me apearé y quizás me reencuentre de nuevo.
Ahora es momento de buscar alternativas para entretenerme durante los días de jubilada que me esperan en los próximos meses (todo apunta a que toca de nuevo operar, pero esto ya irá en otro post ;-)
En fin, que un día tonto lo tiene cualquiera y yo más, así que hoy me ha dado por la tormenta, mañana quizás salga de nuevo el sol (muchas cosas, para digerir en poco tiempo).