domingo, 27 de septiembre de 2009


De Lejos
Cómo se aleja el tren, cómo se aleja,
y decreciendo va y al fin se pierde,
y sólo el humo en espirales deja
en la extensión de la llanura verde.
Así se van las dichas de la vida,
así se van las horas de ventura,
y dejan sólo en su fugaz huida
de los recuerdos la espiral oscura.
Los dos que en el andén se despidieron
largo rato a los ojos se miraron;
mientras sus manos trémulas se unieron,
en silencio sus almas se besaron.
En la hora fatal de la partida
no hablaron de promesas ni de agravios;
en los grandes instantes de la vida,
hablan mejor los ojos que los labios.
Ella está aún en la estación mirando
del humo las confusas espirales;
y él, que ya no la ve, sigue agitando
el pañuelo a través de los cristales.
y cual de un mismo pensamiento heridos,
con un acento de profunda queja,
quedo claman los dos entristecidos:
“¡Cómo se aleja el tren... Cómo se aleja!”
Cuadros pasionales
Debimos haber amado
cuando empezaba la siembra
en aquellos surcos de oro
a la orilla de la sierra.
Pero seguimos los pájaros
y llegamos a una aldea
donde los rapsodas tristes
contemplaban las estrellas.
Allí, tu boca fue dulce
y tu mirada fue tierna,
y tus bellos ojos claros
libres de toda sospecha.
¡Cuán quietos ahí estuvimos!
Y nuestras voces… ¡cuán trémulas!
Aún pasaba el aguador
por el borde de la acequia,
el viento aún sacudía
suavemente las caléndulas.
Aún subían mis versos
por un aceite de almendras
y con astrales fulgores
le daban brillo a tu trenza.
Todavía por la noche
con tus manitas de cera
sujetabas los atados
a los picos de cigüeñas.
¡Y la nube crecía grande!
¡y tu imagen crecía inmensa!
Las gaviotas se convierten
en sombra sobre la arena
cuando ya nadie las busca,
cuando nadie las recuerda.
La gracia de los pastores
se cautiva ante la hoguera
y en las plumas fulgurantes
de un gran colibrí se aleja.
Mi palabra sube al cielo
ondeando cual bandera
y tus ojos no la miran,
y en el sol ella se quema.
¿Qué sucede con las almas
cuando nadie piensa en ellas?
















Balada del Recuerdo
Llueve una lluvia fácil... negligente.
Casi sin desazón. Casi sin ruido...
Y en un sitio del alma... en el olvido
los recuerdos me asaltan de repente.

Recuerdo cosas... cosas... todavía
como si todavía las viviera.
(Aquel amor que tanto me mintiera
acaso sin saber que me mentía).

Una ciudad tan buena como el trigo
surge de pronto en tierras desiguales.
Un calendario pulcro... sin señales.
(Voy por las calles de anteayer contigo).

Nuestras miradas con amor -sin dudas-
redescubrían cosas evidentes:
la tierra con sus árboles, las gentes,
nuestras manos vacías y desnudas.

La lluvia por las calles recorría
con el sol enredado en sus cristales.
-Noble ciudad de agudas catedrales
(Me cuentan que allí vives todavía).

Todo nos separaba y nos unía.
Un gesto, una canción, una mirada.
El amor era todo... y era nada...
y era eterno no más porque moría.

Y nadie puede sepultar sus muertos
tan verdaderamente sepultados
que no puedan volver, si recordados,
a los brazos amantes y desiertos.

Las horas no se pueden devolver
ni lo que en ellas fue pasión o grito.
(Aquí todo es igual porque está escrito
y ya no es cierto porque está en ayer).

Aquí todo es igual. Nada envejece
al margen de las horas sin fortuna.
El mismo grillo con la misma luna...
y todo como estaba permanece.

Y como en los recuerdos no varía,
el viento lleva aún sobre sus hombros
de aquella nube grande los escombros.
(Y nunca acaba de pasar el día).
Nuestros rostros se miran a través
de la lluvia o la luz recién nacida.
Aquí la muerte pasa inadvertida
bajo el verde implacable del ciprés.

Los rostros de este sitio no regresan
jamás al ejercicio cotidiano.
(Aquí mi mano vive entre tu mano.
Aquí los corazones no nos pesan).

Eres. Soy. Cuánta soledad en torno.
Aún vivo y vives. Sorprendente llama.
Viajamos bajo el sol. Sobre la grama.
(Aquí en el calendario no hay retorno).

Te amo.
Te amo con un cuerpo que no piensa,
con un corazón que no razona,
con una cabeza que no coordina.
Te amo
incomprensiblemente.
Sin preguntarme, por qué te amo.
Sin importarme por qué te amo.
Sin cuestionarme por qué te amo.
Te amo
sencillamente porque te amo.
Yo mismo no se por qué te amo.

Te amo.
Sin reflexionar, inconscientemente,
irresponsablemente,
espontáneamente,
involuntariamente,
por instinto,
por impulso,
irracionalmente.
En efecto no tengo argumentos lógicos,
ni siquiera improvisados
para fundamentar este amor que siento por ti,
que surgió misteriosamente de la nada,
que no ha resuelto mágicamente nada,
y que milagrosamente, de a poco, con poco y nada
ha mejorado lo peor de mi.

Te amo
con el mundo que no entiendo.
Con la gente que no comprende.
Con la ambivalencia de mi alma.
Con la incoherencia de mis actos,
Con la fatalidad del destino.
Con la conspiración del deseo.
Con la ambigüedad de los hechos.
Aún cuando te digo que no te amo, te amo.
Hasta cuando te engaño, no te engaño.
En el fondo, llevo a cabo un plan,
para amarte... mejor.
Pues, aunque no lo creas, mi piel
extraña enormemente
la ausencia de tu piel.

Te Amo
Te amo
Te amo de una manera inexplicable.
De una forma inconfesable.
De un modo contradictorio.
Te amo
Con mis estados de ánimo que son muchos,
y cambian de humor continuamente.
Por lo que ya sabes,
El tiempo.
La vida.
La muerte.
Ya se corrio la bola que en el baile entregas la cola.. ♫

yo te debo tanto.. tanto amor que ahora.. te regalo mi resignación... se que tu me amaste.. yo pude sentirlo...quiero descansar en tu perdón.. voy a hacer de cuenta que nunca te fuiste... que has ido de viaje y nada más.. y con tu recuerdo.. cuando este muy triste.. le haré companía a mi soledad.♥