domingo, 27 de septiembre de 2009


De Lejos
Cómo se aleja el tren, cómo se aleja,
y decreciendo va y al fin se pierde,
y sólo el humo en espirales deja
en la extensión de la llanura verde.
Así se van las dichas de la vida,
así se van las horas de ventura,
y dejan sólo en su fugaz huida
de los recuerdos la espiral oscura.
Los dos que en el andén se despidieron
largo rato a los ojos se miraron;
mientras sus manos trémulas se unieron,
en silencio sus almas se besaron.
En la hora fatal de la partida
no hablaron de promesas ni de agravios;
en los grandes instantes de la vida,
hablan mejor los ojos que los labios.
Ella está aún en la estación mirando
del humo las confusas espirales;
y él, que ya no la ve, sigue agitando
el pañuelo a través de los cristales.
y cual de un mismo pensamiento heridos,
con un acento de profunda queja,
quedo claman los dos entristecidos:
“¡Cómo se aleja el tren... Cómo se aleja!”